4ª escala Taormina.
Partiendo de Civitavechia recorrimos toda la costa sur de la bota sur italiana, la Calabria, pasamos junto al impresionante volcán Strómboli (parcialmente activo y justo cuando le estábamos haciendo una foto, expulsó humo, como si nos hubiera estado esperando), y por el estrecho de Messina, que separa la isla de Sicilia del resto de Italia, rumbo al este de la isla, hacia Taormina. Es una ciudad de origen griego , que se encuentra en lo alto de un acantilado de 200m de altura y a la cual se accede mediante teleférico. Totalmente inaccesible para mí. Taormina cuenta con un magnífico teatro greco-romano y con unas impresionantes vistas del Etna, el gran volcán siciliano, desde cualquier punto de la ciudad.
5ª escala: Malta.
La isla de Malta es un lugar cargado de historia (culturas megalíticas anteriores a Stonehenge, Orden de Malta, ataques turcos, dominio británico...) y fruto de una mezcolanza de pueblos y culturas. Es un pequeño país miembro de la UE, situado cerca de las costas de Libia, muy católico (hasta el punto de que van a hacer ahora un referéndum sobre el divorcio) y en el que como curiosidad se conduce por la izquierda.
Su capital, La Valleta, es impresionante. Sus murallas, el puerto, la catedral... Es un auténtico plató de cine al aire libre. Lo primero que notas al desembarcar allí es un calor bochornoso africano (era julio y estábamos a más de 40ºc). Hicimos una excursión en taxi por la isla (el taxi era un Mercedes viejo en cuyo maletero no cabía mi silla y tuvimos que dejarla en el barco), pasando por el casco viejo de La Valleta y por gran parte de la isla (de punta a punta no mide más de 20km). Malta por su vegetación, por el color de su piedra y por sus casas y construcciones, ora se parece a Israel, ora al Líbano y en ocasiones a Palestina.
6ª escala: Barcelona.
Cuando hablas de un gran barco tiendes a pensar que aquello se va a mover mucho o que te vas a marear, pero hoy en día estos modernos trasatlánticos tienen unos estabilizadores tan potentes y tan precisos, que prácticamente no notas que navegues en un barco. El primer día, hasta que te acostumbras, parece que vas un poco "borracho", que das algún tumbo, pero después no notas movimientos, si acaso un suave tintineo de la bebida en las copas.
Bien es cierto también, que desde que salimos de Barcelona hasta que llegamos a Malta, el barco fue cerca de la costa, "costeando" según el argot marinero. Sin embargo en la vuelta desde Malta ya navegábamos mar adentro, cruzando el Mediterráneo occidental, y con la marejada aquello se movía mucho. La última noche el barco estaba escorado a estribor, soplaba un viento considerable en cubierta y el camarote estaba inclinado hacia la terraza. A la mañana siguiente se podían observar los restos de agua marina estampados en los cristales de la terraza, y eso que estábamos a considerable altura, en la ¡cubierta 8!.
Durante el crucero uno de los momentos interesantes es la recepción con el capitán (con el que puedes hacerte una foto, aunque eso sí pasando después por caja) y el posterior buffet de gala a la una de la madrugada, en la que los cheffs de a bordo demuestran sus dotes decorativas y artísticas con los alimentos (frutas decoradas de las formas más variadas y sorprendentes, figuras de hielo o mantequilla, etc).
Por último, como suelo hacer en mis posts de viajes, un apunte sobre accesibilidad en mi condición de minusválido. En general todas las instalaciones del barco eran totalmente accesibles, contaba con varios ascensores en cada zona y en todas las puertas de acceso a cubierta había colocadas rampas de madera. Sí es cierto que los camarotes son estrechos y los cuartos de baño minúsculos (aunque el camarote nuestro era superior, tuvimos que hacer una pequeña "reorganización" del mobiliario), pero se trata de un barco.
En las escalas en las que el barco fondea en una bahía la cosa se complica, puesto que las lanchas que te llevan a puerto son totalmente inaccesibles, pero cuando el barco atraca en puerto (casos de Civitavechia y Malta), bajas directamente de la salida del barco al muelle en tu silla de ruedas.
Me despido amigos, que este barco está a punto de zarpar...
¡Hasta la próxima!
Hola Felix:
ResponderEliminarUn viaje de crucero es la menor forma de viajar. No tienes que estar cambiando de hotel nideshacer maletas. Además no pasas Bogotá de hambre.
Nosotros hemos hecho dos por Mediterraneo y por el Adriatico y los dos han sido estupendos ymuy bonitos y ademas hemos disfrutado mucho.
Un beso.
Vicente