viernes, 22 de enero de 2010

Viaje a Italia del 97. I

Quiero contaros el viaje que hice con mis compañeros del instituto de secundaria de Navalcarnero a Italia en el 97.

Ya ha llovido mucho desde entonces, pues teníamos 17 años, pero guardo muy buenos recuerdos de aquel gran viaje. Creo que los viajes que se hacen a esta edad con compañeros y amigos se recuerdan toda la vida. Todavía conservo la foto de grupo que nos hicimos profesores y alumnos junto a la catedral de Pisa.


Volamos a Roma desde Barajas y luego en 5 escalas( 2 días en Roma, 2 días en Florencia, Venecia, Savona y Calella) recorrimos en un autobus, adaptado para mi silla, los dos mil y pico kilómetros de distancia hasta volver a Madrid. Desde luego lo viví como una auténtica aventura.


Además de 3 profesores, fueron con nosotros para atenderme mi cuidadora del instituto y mi madre, que se integró en el grupo como un profesor más y disfrutó del viaje tanto o más que nosotros.


1ª escala: Roma

Qué decir de la ciudad eterna, de la Caput Mundi de los romanos. Es una ciudad en la que se respira historia y arte por todos lados, y en la que sus monumentos y ruinas nos recuerdan un pasado esplendoroso. Vimos el foro romano, el coliseo, la via appia, las catacumbas... bueno yo hasta allí no bajé. La plaza de España, la piazza Navona y la fontana di trevi, donde según dice la tradición si tiras una moneda, vuelves a Roma. Yo la tiré y se cumplió, pues en 2003 volví de nuevo con mis padres.

¡Qué grandiosidad y majestuosidad la plaza de San Pedro y la Basílica! y ¡Qué belleza la de la Capilla Sixtina! Sin duda está última es una de las maravillas del mundo.

No puedo olvidarme de los típicos capuccino, del loco y caótico tráfico de Roma, de los helados de la Piazza Navona y de la ayuda que nos prestó un comerciante cuando se nos estropeó el reposacabezas de mi silla.

2ª escala: Florencia.

De camino allí hicimos una parada en la bonita ciudad de Siena. Allí se estropeó el autobus, aunque se pudo solucionar.

Florencia, la capital de la Toscana, es una ciudad de una belleza incomparable. Su casco histórico es un auténtico museo al aire libre con la plaza de la Signoria, el palazzio veccio, los Ufizzi o el puente veccio. Su skyline está presidido por la magnífica cúpula de Santa María dei Fiore y por el campanile y en sus calles se respira el espíritu del Renacimiento. Allí te imaginas a los Médicis, a Miguel Angel o a Leonardo Da Vinci, o cuando el imponente y realista David presidía en el siglo XV su plaza como símbolo de la ciudad.

Allí nos cayó una tormenta de las que hacen época y yo iba con mi capa para la lluvia puesta. Luego nos comimos unas riquísimas pizzas hechas al horno de leña. Eran estupendas, os lo aseguro.



Continuará...

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